Me llamo Juan. Hace unos 20 años empiezo a sentirme mal en el trabajo, sin ganas de comer, de salir, con insomnio y muy cansado.
Cuando veía la tele o leía un libro no podía concentrarme y seguir lo que estaba viendo o leyendo, cuando me hablaban no podía seguir las conversaciones y no podía mantener la atención sobre lo que me decían. A los seis meses de estar pasándome todo esto decido ir al médico de cabecera para que me derive a psiquiatría. El psiquiatra me dice que podría tener esquizofrenia. El psiquiatra decide medicarme y mientras tanto sigo trabajando por obligación, porque no podía permitirme perder el trabajo. Así estuve dos o tres años, trabajando sin encontrarme bien. Finalmente, no puedo más y decido pedir la baja, Me dieron solo una semana de reposo.
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Volví al trabajo y en menos de un mes me habían despedido. Fue un despido improcedente y me sentí aliviado porque al fin podía descansar. Me deje la medicación y de ir al psiquiatra. Tras unos pocos años volví a sentirme mal y necesité de la ayuda de un psiquiatra. Este psiquiatra entiende mi situación y decide que no estoy para trabajar y me gestiona la inhabilitación para el trabajo.
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Ahora mismo, gracias a la medicación, a la atención psiquiátrica, a la ayuda recibida en Prisma me siento estable y bien. Eso es lo que querido trasmitir con la foto, que hay luz al final del túnel.