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Soy una chica con esquizofrenia. Cuando tenía 9 años falleció mi padre y esto, me afecto mucho. Empecé a fumar, primero tabaco y luego porros, me metía en problemas. Todo esto, provocó que me llevaran a un centro de menores, a mis hermanas y a mí. Fue una etapa de mi vida muy dura y provocó que cayera en depresión, anorexia y bulimia. No quería vivir.

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Gracias a una monja del centro de menores y a un educador salí hacia adelante junto con mis hermanas. A los 13 años, salí del centro de menores y volví con mi madre y mi padrastro, la situación familiar era muy complicada. A los 16 años, me volvieron a llevar a un centro de menores y volví a recaer en anorexia y bulimia. A los 17 me diagnosticaron esquizofrenia, oía voces, oía a mi padre hablándome, primero las voces me decían cosas agradables, sin embargo, empezaron a ser muy molestas y a hacerme mucho daño. Fue una etapa muy dura, donde me sentía muy sola.

Tras tener una relación tóxica, decidí irme a un piso tutelado, aunque me daba mucho miedo porque no conocía a nadie y no sabía cómo iba a ser. En el piso, me ayudaron a salir de esa relación tóxica, aunque a día de hoy, ya lo he superado sigo teniendo pesadillas.

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Estar en una vivienda tutelada me ayuda a ser más independiente, a conocer a gente… Además, de vivir en la vivienda, Aixa, la psiquiatra me recomendó venir a PRISMA y gracias a PRISMA estoy mucho mejor y me ayuda a ser mejor persona.

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Con esta fotografía lo que quiero transmitir es que durante mi vida me he sentido atada y atrapada y que gracias a los profesionales he salido hacia adelante. Por lo que, necesito cortar los nudos que me atan para poder sentirme libre y llevar la vida que me gustaría.

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