Con esta foto he querido hablar de mi trayecto a través de los años y cómo mi relación con la naturaleza ha ido cambiando con mi estado de salud mental.
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Crecí en el campo y, durante mucho tiempo, la naturaleza me trajo calma de una manera que el estar entre personas no me daba. Aunque me diagnosticaron de depresión y ansiedad por los 17 años, mis problemas de salud mental empezaron mucho antes.
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Mis recuerdos de mayor paz son de dar paseos por los bosques y caminos cerca de mi casa. A medida que mi salud mental fue empeorando, perdí esos lazos de calma, esas ganas de salir y maravillarme con la vida que nos rodea y el microcosmos verde en el que crecí. Hubo tiempos en los que apenas podía verme a mí mismo bajo la niebla de mi enfermedad, difuminado y ansioso, siempre cansado, apagado.
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La terapia y la medicación, tras varios intentos y años de inestabilidad, finalmente me ayudaron a dispersar la niebla, calmar el pánico y volverme a encontrar.
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Trabajar el huerto de PRISMA plantando, regando y cuidando de varias plantas, me dio la oportunidad de reconectar con esa parte de mi que ama la naturaleza completamente por accidente. El poder cuidar de algo y verlo crecer me ha traído mucha satisfacción y ha sido parte de mi proceso de mejoría. El estar rodeando de plantas que he ayudado a crecer con mis manos me llena de orgullo y trabajar el huerto me trae paz.
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Es esa paz interna, ese orgullo y esa prueba tangible de mi progreso lo que he querido plasmar con mi foto. Como una planta, la paciencia, los cuidados adecuados y el tiempo, dan sus frutos.